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Educación pública y gratuita.

La solidaridad es acción e intelección


La solidaridad es acción e intelección

RECTOR MARCELO DUCRÓS

Se suele hablar mucho de la «natural» solidaridad de los argentinos frente a las tragedias que nos afectan como Pueblo y para retrucar ese concepto se sostiene que, puestos a desenvolvernos en la vida cotidiana, esa «segunda naturaleza» argentina se desvanece como si nunca hubiera existido, como si fuera una especie de utopía en la que nadie cree y que se ubica por debajo de apetencias particulares.

El tema es suficientemente vasto y trasciende estas líneas, con un planteo que debería ubicarse a mitad de camino entre quienes sostienen, como Rousseau, que el hombre es bueno por naturaleza y que es la sociedad la que lo corrompe –y la educación es el único camino para preservarlo de dicha corrupción–, y aquellos que plantean que la explicación es biológica y nuestro «cerebro de reptil» nos condiciona para comportarnos de manera egoísta, buscando la satisfacción inmediata y sin consideraciones respecto del prójimo.

En los últimos tiempos, hemos asistido a hechos que pueden ilustrar el tema que nos ocupa. Por un lado, miles de jóvenes que se movilizan y ofrecen su tiempo y su esfuerzo para ayudar a quienes lo han perdido todo, sin especulaciones y con el único objetivo de ser coherentes con la acción, que debe ser siempre un reflejo de la propia reflexión, de lo que uno realmente piensa. En las antípodas, e infiltrados entre grupos de manifestantes pacíficos –que obviamente tienen todo el derecho a expresar su disconformidad y a quienes nosotros, como peronistas, los perseguidos de la Historia, tenemos el deber de garantizar el libre ejercicio de sus derechos democráticos y de su disenso–, se pudo ver a un puñado exacerbado que sostiene que los privilegios de unos pocos deben ubicarse por encima de los derechos de los demás, repitiendo la zoncera que Jauretche inmortalizara en su inolvidable Manual: «Pero la mayoría no gobierna, porque esto es una democracia y la democracia sólo funciona cuando gobierna la minoría. Cuando gobierna la mayoría es la dictadura. Pero esta es otra cosa complicada que puede terminar en trabasesos, que sólo los pueden entender los inteligentes. ¡Lo que es el poder de la inteligencia!».

Esta reflexión nos lleva a la segunda característica que, a nuestro criterio, tiene la solidaridad: se adquiere como intelección, que no es otra cosa que la acción y efecto de entender, la facultad de pensar y aprehender que los fenómenos sociales son más complejos que una mera causalidad, que tienen que ver con las condiciones de posibilidad de cada cual, con la igualdad de oportunidades, con las posibilidades de alimentación, con la «polución» cultural a la que el individuo esté expuesto en su vida cotidiana –según las condiciones ambientales, desde los servicios básicos, hasta el nivel de deformación mediática que reciba–, al devenir de nuestra propia historia como Nación. Lo importante no es negar «relato» alguno, sino visibilizar la existencia de otro «relato», que nació con las montoneras federales y se hizo urbano en 1945, con la sublevación del «subsuelo de la Patria», al decir de Scalabrini.

La existencia de las nuevas universidades nacionales está en línea con la igualdad de oportunidades de la que hablamos, porque como decía el general Perón, «nadie se realiza en una sociedad que no se realiza», y la sociedad somos todos, los más privilegiados y los que tienen sus necesidades básicas insatisfechas. La solidaridad, entonces, no es un mero acto reflejo de la inherente «bondad humana» sino una elección, una intelección que inevitablemente lleva a la acción y que tiene que ver con que todos, en su medida, tengamos un mínimo digno desde el cual desarrollarnos como personas útiles para la comunidad, con grandes o pequeños logros, cada uno en la medida de los dones que recibimos de Dios, pero todos conscientes de nuestra pertenencia argentina. Porque más allá de los símbolos, los ancestros y los territorios, como afirmó nuestra Presidenta Cristina Fernández de Kirchner, «la Patria es el otro».